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"Ballet de alcantarilla" de Michael Benítez Ortiz

Updated: Apr 1, 2022


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En Ballet de alcantarilla ni insultar con palabras bonitas, ni decir ‘te amo’ con groserías, podrían acercarse a la propuesta estética con la que Michael Benítez Ortiz reta a la poesía. Una poesía acelerada, que quiere decirlo todo, para después poder, tranquilo, jubilarse joven montando una olla en el barrio.


Publicado originalmente en Diciembre del año 2019, hoy cuenta con una gran acogida por parte de los lectores. A continuación compartimos el texto de presentación que leyó Jorge Andrés Garavito Cárdenas, editor del libro y diseñador del libro, el día del lanzamiento.


‘Ballet de Alcantarilla’: Un mosh con la Novena Sinfonía, al mejor estilo de la Naranja Mecánica

-por Jorge Andrés Garavito Cárdenas


Benítez trata de configurar una pregunta, de expresarse, de ser sincero.

Benítez se acelera.

Tiene los tenis rotos. Son las zapatillas de este ballet con raperos de Transmilenio llegando al Portal Usme.

Acá llegaron sus abuelos. El legado de mantas de periódicos para madurar temprano. Crecer como aguacates.

Nacido en el cenicero de dios, Michael escribe poesía desangrando el cielo para hacerse un espejo con el charco. Construirse a sí mismo como un signo de pregunta, con la sombra orinada por arañas. Telarañas en los dedos y lagañas en los ojos. Moscas envenenadas por el barco hundido de la literatura colombiana.

Sentirse reaccionario por no vender sus sueños literarios es reconocerse revolucionario ante los políticamente correctos. Los que ya no lo miran a los ojos. Los que nos recuerdan que los espejos también envejecen.

¿Dónde queda esa puerta y quién es ese señor que parece que nos puede evitar el encierro?

El atardecer se paga con dientes de leche, nos dice este Ballet de Alcantarilla.

Michael descubrió que la poesía colombiana fue cultivada en la tierra abonada con fosas comunes. Eso la hace humana, demasiado humana.

Conocí a Michael y cambiamos textos. Yo le di unas plaquetas mías y él me dio el borrador de su primer libro. Nos conocimos tomando trago barato después de que leí una tarde en el Faenza. Lo vi pelear con la náusea esa noche. Tenía su maleta llena de cervezas. Se fue a buscar a unos metaleros, o eso dijo. Cuadramos muchos proyectos, pero éste es el primero que se concreta. Sé que no será el último.

Flaco, mechudo, esta suerte hardrocker usmeño que nos mira con malicia, nos recuerda que debemos mantener la poesía viva, callejera, real.

Amenazando con puñales a los señores de las falsas élites. Literatura podando con sonetosierras al silencio.

Si no lo conoces, lo imaginas fácilmente rompiendo —borracho— una botella en la cabeza de alguien. Después lo lees y lo ves mostrándole libros a su hijo donde vale la pena vivir. Luego lo acuesta, lo deja dormido y sale en silencio, a un bar a romper cabezas con botellas vacías. El rockanroll tierno y violento. El Rockanrolo. El Michael, el MiCHael, el Mic-hael, el Miguel, el Miguelito. Este man ha escrito un buen libro, pero él ya nos lo dijo, no es su culpa. Déjenlo sano.

En Ballet de Alcantarilla ni insultar con palabras bonitas, ni decir ‘te amo’ con groserías, podría acercarse a la propuesta estética con la que Michael Benítez Ortiz reta a la poesía. Una poesía acelerada, que quiere decirlo todo, para después poder, tranquilo, jubilarse joven montando una olla en el barrio. Se le está haciendo tarde. Acá lo estamos ayudando.


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Dale clic a esta foto y lee la entrevista a Michael Benítez Ortiz
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